martes, 30 de noviembre de 2010

De Flores a la Paz de Abril

Los años de la Guerra del Paraguay señalaron un punto de inflexión en la historia uruguaya. Son años de prosperidad, pese a todo, pero también de los primeros cracs financieros.

Todos contra Paraguay

Paraguay antes y después de la guerra
 
La estrategia expansionista de Brasil desembocó en un conflicto armado con Paraguay. A propósito de una reclamación de límites se desencadenó una guerra que duró cinco años y destruyó humana y materialmente al país agredido. Aparte del control de los ríos, Brasil aspiraba a que una "guerra nacional" atenuara las tendencias separatistas de Río Grande.
Argentina se sumó a la contienda alegando también una cuestión de límites, aunque su razón real era otra. Paraguay era considerado un aliado tradicional de los federales del litoral y Mitre encontró la ocasión de cobrarle la cuenta. Por otra parte, tampoco estaba dispuesto a dejar al Imperio libre de manos en la región.
En cuanto a Uruguay, que carecía de razones o reivindicaciones para intervenir, se vio presionado a hacerlo a raíz de los compromisos adquiridos por Flores con Brasil y Argentina.
En mayo de 1865 se firmó el Tratado de la Triple Alianza, cuyas cláusulas secretas disponían una guerra de exterminio, como realmente ocurrió. A pesar de que el presidente paraguayo Solano López propuso más de una vez una paz sin condiciones, ésta solo se obtuvo tras su muerte, en el campo de batalla de Cerro Corá, el 1º de marzo de 1870.
La guerra dejaba tras de sí trescientos mil muertos: más de la mitad de la población paraguaya.

La dictadura de Flores

En Uruguay, en cambio, la guerra dejó buenos dividendos. El incremento del comercio de tránsito y la demanda de las tropas brasileñas dieron importantes ganancias a la clase mercantil montevideana. Capitales ingleses empezaron a afluir a la plaza complementando a los de Brasil, y el agro experimentó significativas transformaciones con la introducción del lanar. No obstante, la vinculación con los centros financieros británicos también enlazó al país a las crisis internacionales y los gastos de la guerra aumentaron la deuda de un Estado cada vez más pobre y dependiente de los préstamos, desde entonces también extranjeros. A fin de paliar la pobreza de las arcas públicas, Flores recurrió al curso forzoso del dinero.
En el orden político, Flores mantuvo a ultranza un gobierno de divisa que llevó a la reacción de los blancos. Estos, liderados por extraño que parezca por el ex presidente Berro _el hombre "anti-divisa"_ fueron apoyados por algunos colorados de la vieja y la nueva generación "doctoral". Las prácticas de Flores _resoluciones por decreto, desconocimiento de la oposición, fraude electoral_ llevaron a estos grupos a aliarse contra quien ejercía una verdadera dictadura bajo la fachada de un "gobierno provisorio". El complot culminó en febrero de 1865 con un hecho sin precedentes en la historia del país: los blancos asaltaron el Fuerte, sede del gobierno, y el Cuartel de Dragones; cuando Flores se dirigía al Cabildo a organizar la resistencia, fue asesinado en plena calle y pocas horas después fue ajusticiado Berro, el jefe del levantamiento. El doble magnicidio del 19 de febrero de 1865 avivó la guerra entre blancos y colorados: la política de fusión había perdido definitivamente la partida.

Últimas lanzas en las cuchillas

Sin figuras capaces de aglutinar los colectivos partidarios, estos se fragmentaron en grupúsculos o cayeron en manos de caudillos locales. La difícil elección de un candidato de consenso para la presidencia de la república recayó en el general Lorenzo Batlle, un colorado de talante moderado y con experiencia política.
El nuevo presidente asumió en marzo de 1868, asediado por problemas económicos y políticos. Entre los primeros, el inminente estallido de una gran crisis financiera; entre los segundos, la insubordinación de caudillos de su propio partido. El desafío más grave, sin embargo, fue la insurrección blanca liderada por Timoteo Aparicio. La Revolución de las Lanzas _como fue llamada por ser el último conflicto en que se usaron estas armas_ involucró a más de dieciséis mil hombres entre insurrectos y gubernamentales y fue cruenta y destructiva. Tras dos años de lucha _marzo de 1870 - abril de 1872_ devastó la campaña, provocando la reacción de los hacendados que veían, en muchos casos, la pérdida total de una incipiente explotación racional.
El conflicto civil más importante del país después de la Guerra Grande finalizó con un acuerdo inédito. El 6 de abril de 1872 Tomás Gomensoro, presidente del Senado en ejercicio de la presidencia por haber finalizado el período de Lorenzo Batlle, firmó la Paz de Abril. En ella se estipulaba una nueva forma de conciliación entre las divisas: el gobierno colorado aceptaba dar a los blancos cuatro jefaturas políticas departamentales. Dada la injerencia que los jefes políticos tenían en las elecciones a diputados y senadores, ello significaba abrir el acceso de la oposición a las Cámaras. Claro está que el acuerdo era "de palabra", pues si se hubiera dejado constancia escrita, habría significado una flagrante transgresión constitucional. Era un atajo más que "el país real" tomaba para resolver un problema que la ley no contemplaba.


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